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¿Cómo formar un equipo de trabajo? Te contamos cinco claves para lograrlo, de la voz de un experto



Te presentamos a Álvaro Niklitschek. Él es nuestro Chief Human Resources Officer (CHRO) en Appcar. Y a su juicio: una organización innovadora (como una start-up) debe ser entendida como un sistema que cambia, evoluciona y crece. Como un organismo vivo, que nace, se desarrolla y se adapta en un ecosistema, más que como una máquina que genera productos y servicios. En esta analogía, los equipos son los órganos que permiten el funcionamiento del organismo. O sea, la empresa.

Y para entender de una mejor manera cómo se construye un buen equipo, Álvaro nos cuenta cuáles son, a su juicio, cinco puntos fundamentales a la hora de formar equipo en un ambiente innovador (como lo es una start-up):

 (Y no los quisimos enumerar jerárquicamente, porque todos los puntos son importantes)

Conocer el terreno en que estamos


En buen chileno, es saber dónde se está parado. Es fundamental comenzar por conocer muy bien la organización, cuál es su propuesta de valor (más allá del producto o servicio que se ofrece), las áreas que la componen, quiénes son las personas. Y también lo intangible como lo es la cultura, que claro, se puede ver reflejada en muchas cosas.


Ante todo, un equipo unido


Se resume en conocer muy bien a las personas

En el primer momento debemos lograr que la persona tenga una lectura correcta del contexto en el cual trabaja y que entienda su rol. Este paso es ineludible si se desea lograr un equilibrio entre el potencial y los aportes personales de cada integrante, con la dinámica y sistema de trabajo del equipo.

Luego se debe conocer de una manera estrecha su equipo de trabajo: personas, prácticas, dinámicas, propósitos, tiempos, recursos. 

La idea es maximizar sus aportes, pero siempre en función del equipo. 

Todo lo que una empresa tradicional logra en años, la start-up debe hacerlo en meses. Es importante tener el termostato correcto para crear las condiciones correctas.



Pero esta innovación no debe ser caótica, sino que organizada.

En este terreno, la innovación debe ser disruptiva y a la vez sistemática; para lograrlo es importantísimo que cada persona comprenda y maximice los aportes de su rol. Entender que la persona es más relevante que el cargo que posee. “Debemos dejar atrás ese paradigma de que primero hay que rendir y después ser feliz. Es ideal vincular el desarrollo personal dentro de lo que hacemos”, asegura Álvaro.


Reconocerse como organizaciones intensivamente innovadoras (y serlo realmente)


La innovación implica cambios sobre la marcha. Incluso sobre cosas que no existen. Es importante que las organizaciones logren desarrollar una visión compartida para mantenerse cohesionadas, detectando y comunicando oportunamente los cambios que se están viviendo. Es un desafío importante para los líderes que estos cambios sean relativamente controlados

Ponerse de acuerdo en el punto de partida, pero siempre mirando al futuro que queremos alcanzar. Hay que probar una y otra vez las propuestas testéandolas de una manera rigurosa y sacando lecciones de cada cambio. Cuando el cambio es desordenado, finalmente se logran los resultados, pero se dificulta mucho entender la real dimensión de este. Debemos ser claros: el proceso es igual de importante que la meta.  

La siempre bienvenida colaboración


La colaboración es lo que nos permite sostener todo el camino recorrido. Facilita que las personas aporten al equipo y este último a la organización. Es clave entender que tienen un efecto directo en la organización al estar interrelacionados con las demás áreas.

El tránsito natural hacia la colaboración es, en orden: personal, equipo, área y, por último, la organización

En las primeras fases de desarrollo de las startups -cuando están madurando eso que las hace diferentes, innovadoras y únicas en comparación a la competencia- tienen la cualidad de tener estructuras livianas, pero organizadas. No son tantas personas y son horizontales.

No sirve de nada estar en el búnker sin ver los efectos que se producen fuera de ella (en la empresa aplicada en la realidad)


Entonces: ¿Dónde queda el reconocimiento?


“El reconocimiento es el corazón de la organización. Es el impulso que se necesita para que siga vivo el organismo. El reconocimiento es fundamental para visibilizar y reconocer todo lo que estamos haciendo bien. El feedback es fundamental para que el organismo se adapte”, concluye Álvaro.

En palabras simples: el reconocimiento es el corazón de la organización y el feedback sería la sangre que este bombea.

Para sacar provecho del máximo potencial de cada integrante, es importante la retroalimentación suceda con un flujo constante. Y claro: seguir siendo competitivos y lo suficientemente innovadores para sobrevivir en el ecosistema de start-ups. También es importante ir profesionalizando el ambiente: transformar la pasión y dedicación en capacidad de gestión. Que la visión de futuro se plasme y que se mejoren las prácticas para gestionar lo conversado. 







Por: Felipe Lazo Urbina   |   jueves, 18 de agosto de 2022